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martes, 16 de abril de 2013

Diga algo, Señor Rajoy


El Presidente electo de la Venezuela bolivariana, señor Maduro, confesó hace unos días la aparición de un pajarito diciéndole desde una rama cercana, con sus trinos, que era el Presidente Chávez recientemente fallecido, y que le animaba a luchar sin desmayo por la presidencia del país.

Tras esta confidencia habrán quedado prendados del señor Maduro con toda seguridad, aquellos ciudadanos venezolanos que se hallen en la intersección del colectivo de venezolanos bolivarianos y los del colectivo de venezolanos, bolivarianos o no, creyentes en las reencarnaciones, intersección cuya importancia numérica desconocemos de momento, si bien lo probable es que sea muy numerosa, pues de otra forma los asesores del señor Maduro, conociendo el paño, no hubieran sacado a relucir el pajarito de marras, a estas  alturas conocido en todo el mundo.

Por el contrario, los partidarios de nuestro Presidente, millones hace año y medio, han sido tan descuidados por la política de comunicación gubernamental, que según las más serias y recientes encuestas el Presidente "ha perdido la calle" para un 80% de los encuestados.

Y todo porque da conferencias de prensa a través de una pantalla de plasma, dejando con el bolígrafo al aire a los periodistas que no pueden preguntarle nada; tiene reuniones secretas con los Presidentes separatistas vasco y catalán, en las que se supone calmará los sarpullidos centrífugos de ambos con el talonario, y nunca sabremos lo que piensa cuando hierve la olla social, en tanto que los padres de la patria de su leal oposición jalean y aplauden en el Congreso a los partidarios de los  acosos de niños y ancianos habitantes de las casas de los políticos, que se necesitan tripas. 

En fin, señor Presidente diga algo, aunque eso sí, elija bien la aparición que nos cuente a ver si la podemos creer.

2 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo.

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  2. Parece que opta el Sr. Rajoy por no decir nada por miedo a equivocarse. Cuando sus compañeros de partido hablan hay ya pocos que crean algo. Hemos perdido la confianza.

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