El tono inicial, escandalizado y aparentemente dolido, de las negativas utilizadas aquí por los responsables económicos para referirse a una posible aplicación de la solución chipriota a nuestros bancos, va debilitándose y debilitándose, dando entrada a "otras soluciones" siniestras.
Una de ellas es "la activación de un impuesto estatal sobre los depósitos bancarios" idea que viene desarrollándose en la mente del inefable Montoro.
Como Napoleón Bonaparte se entretenía en imaginar situaciones tácticas peligrosas para sus ejércitos frente a enemigos poderosos, y después las resolvía mediante la aplicación de ingeniosas soluciones bélicas que le darían la victoria llegado el caso, así don Cristóbal sigue la senda del corso, y se plantea una y otra vez ¿y si me hallara en la tesitura de necesitar perentoriamente 130.000 millones de euros, en un momento delicado para la economía nacional?
Entonces el Ministro de Economía sonríe taimado y se contesta, dando solución al problema, "activando un impuesto sobre los depósitos bancarios, creando inicialmente un tipo cero para no asustar a los incautos usuarios y dejándolo caer de manera que vaya calando gota a gota en la opinión pública.
Me pregunto ¿qué diferencia moral existe entre don Cristóbal y los caraduras andaluces de los EREs? Os lo diré: la diferencia radica en la amplitud del campo de actuación o de aplicación de sus ideas. El Sr. Montoro tiene una visión estatal, a lo grande, de la cosa, en tanto que los meridionales son más caseros más rurales, y se limitan a estafar a sus paisanos más próximos. No sé vosotros, yo estoy harto.
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