Los escombros de Montoro |
Me gustan, como a todo el mundo, Velázquez, Goya, los impresionistas franceses, y otros artistas como Darío Regoyos, Zabaleta o Ricardo Baroja. Lo normal.
No creo que tengan mucho que ver estas preferencias con la innovaciones llamadas artísticas y la creatividad amparadas sistemáticamente por la Bienal de Venecia y la verborrea de sus comisarios.
La sensación de formar parte de un público al que ciertos sujetos, pertenecientes a círculos que parasitan la creación artística, se dedican a tomar el pelo concienzudamente, no me quiere abandonar. Desde hace unos cien años, cuando alguien, creo que un francés, llevó cierto sanitario de segunda mano, a una exposición para dejar helados a sus compatriotas y horrorizar a las damas, la historia se repite una y otra vez.
No hace mucho, la aportación española a la Bienal, consistió en una pared con una puerta de acceso a un recinto, que una vez abierta dejaba ver lo que había en el recinto: nada. Era una parábola del sueño español, según se explicó entonces. Ocho o diez personas que tomaron parte en semejante creación, con toda la seriedad española instalada en sus rostros, pasarían después por la Caja del Ministerio correspondiente, para cobrar sus emolumentos y seguir viviendo con la sensación de haber empujado la frontera del conocimiento del Arte de la Humanidad, un poco más lejos.
Como nadie se ha molestado en poner las cosas en su sitio, llamando al pan, pan, etc, otros caraduras subvencionados por el amigo de los conrtibuyentes, el inefable Montoro, han hecho transportar a Venecia unas cuantas toneladas de escombros o piedras semejantes a las utilizadas por la Renfe como balasto en las vías férreas, con objeto de causar asombro y admiración de los venecianos que se dejen.
Mi sensación es que tanto los comisarios como los artistas señalados para mostrar sus engendros, constituyen una especie de mafia en connivencia con los transportistas de escombros, para impulsar su globalización. ¿Por qué no utilizaron escombros venecianos ahorrándonos los 400.000 Euros del transporte? ¿eh?, Montoro
Como en el cuento, ¿cuánto tardarán en reconocer que el emperador va desnudo? Chorrada tras chorrada, más sangrante en los tiempos que corren. Nos toman el pelo y nadie dice nada. Como aquella bóveda de Barceló, que costó una millonada y ahora se cae a trozos: ¿no hubo nadie que le explicara al "artista de turno"que el gotelé muy recargado cae por su propio peso? Y estos escombros ¿habrá que treaerlos de vuelta?
ResponderEliminarTendríamos que activar las auditorías de gasto antes de que se produzcan y no después. ¡qué despilfarro tan poco "artístico!
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