Ayer leí el libro "Todo lo que era sólido" de Muñoz Molina, que he terminado esta misma mañana. En mi opinión, el autor capta de inmediato la atención del lector, incapaz desde las primeras páginas de abandonar la lectura, hasta dar término a este ensayo en búsqueda de las causas por las que España se encuentra tal como está, con la moral sociológica por los suelos y la corrupción invadiéndolo todo: hecha una lástima, pringosa.
No obstante, en un momento determinado, hacia el apartado 20 del libro, el lector nota que Muñoz Molina se ha servido de ciertas fuentes, procedentes de países vitandos, como eran definidas por los antiguos pasaportes franquistas, la Unión Soviética y sus "Países satélites". Porque las cosas, como son, la propaganda soviética, incluída la gráfica, ha sido cien veces mejor que la española "nacional". No es extraño, por tanto que la primera captara la atención de los jóvenes de los años 60 y 70 entre los que se encontraba el autor, para quienes el dictador (que no "tirano", como le adjetiva Muñoz Molina) no era más que un estafermo que se dirigía a sus súbditos desde los balcones patrios, con su introducción favorita: "panolis todos".
Con gran disgusto de la Unión Soviética y de los "Países satélites", el general de cuatro estrellas y Presidente de los Estados Unidos Eisenhower, vencedor de la Wehrmacht en Normandía, saludó efusivamente, al general Franco y le abrazó con toda cordialidad en la visita que hizo a Madrid en 1959. Quizás "Ike" le dijese entonces a Su Excelencia "Aquellos escarceos que tuviste con Adolf y Benito, te los perdono. Comprendo lo que es una necesidad. Mírame a mí"
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