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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Nuestra esquiva Fortuna


En uno de los episodios de la "Historia del Mundo", de origen inglés, visto en la pantallas de la TV estos días, se comenta con mentalidad del siglo XXI el traslado a España del "quinto real", compuesto por el oro y la plata americanos durante la primera mitad del siglo XVI.

La cámara del documental graba recreándose lentamente en los detalles de los ricos retablos, cubiertos con panes de oro, de algunas catedrales castellanas o andaluzas, para que el espectador no albergue ninguna dudad del destino final de semejante derroche, sin contar con los reales de a ocho, blancas y  ochavos, del mismo origen, presentes de vez en cuando en las flojas bolsas de los soldados españoles y de los mercenarios alemanes  e italianos de los tercios destacados en Italia, Holanda o Francia.

Pero la inmensa mayoría de los españoles por completo ajenos al despliegue de tal riqueza, la "sintieron" pasar, al decir de los economistas, por su cara negativa, es decir, por el aumento de los precios del pan nuestro de cada día, que ya nunca volvieron a ser los mismos.

La segunda vez que la Fortuna pareció planear por estos páramos, coincidió con la puesta en marcha del sistema euro de moneda única europea. Transcurridos los primeros momentos de euforia y envueltos después en la crisis financiera occidental, la gente se percató de que somos (relativamente) tan pobres como siempre porque, y así lo decía mi amigo JL Rodríguez de Aguilar de Campoó : "aún hay clases" y nosotros estamos al Sur del opulento Norte europeo.

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