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jueves, 4 de septiembre de 2014

Los palos caídos del sombrajo


Si pudiéramos medir el grado de aversión de los catalanes hacia el resto de España, veríamos a este respecto que siempre serán una minoría los independentistas nerviosos, excitables, al borde de convulsiones incontroladas, con los ojos desorbitados, los seguidores de unos administradores de la cosa pública tan apestosos e  impresentables.

Una distribución de Gauss mostraría que a la izquierda de la media se hallarían los que han enfriado sus impulsos separatistas, dados los últimos aconteceres económicos.

De los que están a la derecha de la media, excluidos los grupos del final de la gráfica, posiblemente se pregunten hoy , dado el actual panorama  catalán,  a quién  beneficia la independencia.

De no mediar la confesión del señor Pujol, a estas alturas, su amantísima esposa, la señora Ferrusola, estaría calculando su 1.5%, tanto de las facturas que la "Generalitat" pagaría a los fabricantes de calzados por los 50.000 pares de botas  destinados  al aguerrido futuro ejército catalán, como de  las facturas abonadas a la industria de la confección, por los 50.000 uniformes de corte británico, destinados al mismo aguerrido ejército, de las pagadas a los astilleros de Glasgow por las cañoneras para constituir la flota de la república catalana y  a la industria aeronáutica británica por los aparatos voladores que constituirían la fuerza aérea de la misma república. Un auténtico pastón de proporciones incalculables que la señora Ferrusola colocaría en las cuentas de la familia sin pestañear.

En el plazo de una semana (el próximo día 11) veremos cómo ha funcionado el "seny" catalán y la muy probable vuelta de las aguas turbulentas a su cauce, aunque quede algún charco aquí y allá  

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