Como es sabido, los romanos y sus contemporáneos sacrificaban animales, generalmente aves, y los arúspices estudiaban las disposiciones adoptadas por las entrañas de los bichos para hacer sus presagios sobre el futuro inmediato del negocio del que pagaba el evento. Por ejemplo, la llegada al puerto de Ostia sin problemas desde Hispania, de una flota con trigo; los resultados de un próximo enfrentamiento en las fronteras del Imperio, a la altura de Heidelberg, con una horda de germanos hirsutos, hasta el momento irreductibles; las posibilidades de un plebeyo para formar parte de la familia de la chica patricia a la que pretendía, etc.
Antes de meter la nariz entre las vísceras de gallinas y pollos, los arúspices habrían echado un rápido vistazo de soslayo a los solicitantes, para orientarse sobre su diagnóstico definitivo, y en consonancia con la pinta de aquellos emitían los presagios correspondiente, acertando muchas veces.
Durante los siglos siguientes, médicos y ginecólogos daban en el blanco en todos los casos sobre el sexo de las criaturas, porque señalaban a los futuros padres, la presencia del deseado varón y simultáneamente escribían en sus notas la palabra niña, por si tenían lugar futuras reclamaciones.
En nuestra época estos trucos han sido sustituidos por las discutidas encuestas para conocer el precario porvenir de los partidos. Con el término de las vacaciones, periódicos y tertulias arden en comentarios sobre la irrupción de "Podemos" en el panorama político.¿Se diluirá esta formación bolivariana-venezolana en la nada, o se alzará con el poder como los jemeres rojos de Pol Pot en Camboya, para llevarnos a empujones a los campos de trabajo y comunas? Ardua cuestión. ¿Y si para saberlo volviéramos a los procedimientos de los sabios latinos?
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