visitas

martes, 6 de abril de 2010

El Castillo




                                              
                       
En una de nuestras visitas al castillo de Alicante, me acerqué a un panel situado al lado de las vitrinas donde se exponían planos antiguos de la fortaleza, de los siglos XVII y XVIII. El texto del panel recogía con cierto detalle la historia de dos mil ochocientos años de aquellas venerables piedras, ocupadas inicialmente por el pueblo íbero de los contestani y más adelante por los griegos, quienes dieron al castillo el elegante nombre de Akra-Leuka, el mismo llegado hasta nuestros días, de tumbo en tumbo filológico, hasta adoptar la forma definitiva, por el momento, de Alicante.

Alcanzado el último capítulo de la historia, me pareció que el autor del relato había albergado serias dudas sobre la orientación que debía dar a sus posteriores explicaciones. Tengo para mí que una vez decidido por la corrección política y sin ningún apoyo contextual, se limitó el hombre a señalar cómo una flota de guerra, surta en el puerto de Cartagena, izando la bandera española, roja y gualda, había zarpado cierto día de verano de 1873, poniendo rumbo a la ciudad de Alicante. Llegada pocas horas después frente a la fortaleza de esta ciudad, desató un feroz bombardeo contra el castillo, hasta agotar sus municiones. Acto seguido, tras haber descascarillado a conciencia los muros de tan antiquísimas defensas, y dejando a popa unas estelas de humo tan negras como las conciencias de los artilleros autores del desaguisado, volvió a su base sin más explicaciones.
Cumplida su obligación que era relatar los hechos escuetos, tal como sucedieron, aunque el turista- lector quedara un tanto perplejo sin saber a qué carta quedarse tras la lectura del episodio naval, el redactor del texto siguió con su historia, señalando cómo durante los años siguientes y hasta entrado el siglo XX, el castillo se convirtió en una prisión militar para encerrar oficiales jugadores, juerguistas, pendencieros, duelistas y chisgarabís. Décadas después, una vez adecentado, fue abierto a la curiosidad de los turistas.

Cuando en fechas recientes hojeaba algunos libros de Historia de España, en búsqueda de un periodo cuya gobernación hubiera sido confiada a un idiota, para establecer las oportunas comparaciones, encontré la explicación de la violencia cartagenera apuntada en el panel del castillo alicantino. Resulta que los responsables de la antigua Cartagonova habían pedido un préstamo a los de Alicante, y ante la negativa de éstos a soltar la mosca, los otros hicieron lo que hicieron.

El contexto que el redactor de los paneles hurtó al conocimiento de los turistas, fue el de la Revolución Cantonal, generalmente ignorada en los libros porque da un poco apuro histórico. Pero a mí no me da porque no me siento ácrata, así que durante los próximos días seguiré con el filón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario